En el año 2020 apareció de la nada un virus mortal que nos movió la vida a todos (bueno realmente apareció en 2019 pero nos hicimos conscientes en 2020). El tan nombrado y nunca mal ponderado Coronavirus, vino no solo para quedarse, sino para hacer parte de nuestra existencia y evolución humana, tal vez para abrirnos la mirada a nuevas reflexiones y sentires; pero en esta carrera del vivir, quizá nos dejó sin un espacio reflexivo.
- ¿Y esto que quiere decir?
Antes de la pandemia vivíamos un poco en automático, sin darnos de cuenta de las cosas realmente significativas, de la salud, del amor a la familia, de la importancia del vernos y sentirnos cerca, de la innecesaria costumbre de consumir tantas cosas que nos llenaban vacíos existenciales. Entonces, la pandemia nos hizo vivir presentes, en el día a día, por casi dos años, en donde el dolor y la cercanía a la muerte, así como el miedo a perder, nos hizo cercanos a las emociones, a todo eso que antes no veíamos… pero hay algo que aun seguimos sin ver, sin darnos cuenta, es el poder parar, dejar de huir, dejar de correr del dolor y el miedo, para poder “ver”, o como decimos en los talleres “escuchar” lo que aún no hemos escuchado.
Y sí, nos quedamos sin espacio reflexivo, nos pasamos al otro lado del péndulo en donde estamos pegados del mundo emocional reactivo, pero sin decantar lo que nos ha venido pasando, lo que hemos venido atravesando como humanidad, como países, como seres humanos, como seres vivos. Nos hace falta ahora un ALTO, para revisar y volver a arrancar, para evaluar y tomar nuevas decisiones, para darnos cuenta de que el cambio es lo que ha venido siendo la gran constante en los últimos años, y a velocidades vertiginosas, el mundo “sigue dando vueltas” y no hay manera de bajarse, pero si, de bajar la velocidad, de entrar en reflexión.
Porque como diría mi gran maestro y colega, el Dr Humberto Maturana: “el acto de la reflexión consiste en salirse un poco de la ocasión en la cual uno se encuentra y mirar con una mirada más amplia para ver donde se está”. Esto es porque, agrega “la reflexión es lo único que nos saca de cualquier trampa, porque nos permite ver dónde estamos y escoger”.
Así que la invitación en esta Semana Santa, que, para algunos es de vacaciones, para otros de descanso y otros de grandes aventuras; sin duda para todos es de cambio… Detente, y por favor VUELVE a tu ESPACIO REFLEXIVO. ¡¡¡Luego nos cuentas como te va!!!
Escrito por:
Paola Avilán
Coach Ontológico PCC /Msc Biología