Es la pascua una celebración en donde se manifiesta el paso de la muerte a la vida, o del dolor al amor. La pascua se celebra hoy cómo un símbolo para conectar la historia y para recordar que ha quedado atrás el sufrimiento, que hay un nuevo paso para avanzar en la vida.
– ¿Pero es realmente tan feliz este paso?
Si bien es cierto que el hecho definitivo de dar el paso es satisfactorio, no podemos olvidar que todo paso determina un proceso para ir a ese nuevo nivel, o darle una nueva vuelta a este espiral hermoso que es la vida. Incluso a veces el lugar de destino del paso es más doloroso que el lugar de partida, pero es sin duda alguna, “la anatomía del proceso”.
Así es, hemos venido aprendiendo, de manera errónea a romantizar el crecimiento y la transformación; como si la vida fuera un camino derechito y sin altibajos… y nada más diferente a la realidad.
Desde que nacemos, o incluso desde antes, en la panza de mamá, estamos todo el tiempo en movimientos, en cambios y en altibajos; y el gran paso, es el nacimiento… un paso maravilloso SI, pero también doloroso, tanto para la mamá como para el hijo, un momento en donde todo se mueve y cambia, se atraviesa el caos más profundo, doloroso y agitado, para dar paso a la vida, un nuevo momento de entrega y amor, en entera conexión con el todo y la única seguridad de que no se sabe que viene, que sigue o cómo funciona esto de “vivir” en un nuevo y desconocido mundo cambiante.
Entonces, es la pascua ese paso, ese movimiento que proviene del caos para que TODO pueda volverse a asentar, no para volver a ser como antes, sino para nunca volver atrás, siempre hacia adelante, hacia donde la vida y la incertidumbre nos lleve… así, la única certeza que tenemos es que el cambio y el caos vienen una y otra vez, para seguir creciendo y llegando a esos nuevos mundos.
Tanto en la historia judía en donde Moisés, ayudó al pueblo judío a alcanzar la Tierra Prometida cruzando el Mar Rojo, liberándose así de los interminables días de la esclavitud; como en la historia cristiana en donde Jesús el Nazareno, fue crucificado y posteriormente resucitado, simbolizando así el paso de la vida terrenal a la espiritual de Jesús tras su resurrección, ese gran paso tuvo caos y un proceso largo que fue vivido para luego llegar a su “lunes de pascua”.
Entonces… ¿Has logrado tú dar ese paso o aun no logras esa anhelada libertad? ¿Cuántos viacrucis más son necesarios, cuanto dolor? ¿Cuántas cruces más estás dispuesto a cargar? Si es así, te damos la bienvenida a tu vida digna y libre, porque luego del paso, está el resto de tu vida.
Y si aún, necesitas apoyo para cruzar… pide ayuda, conversemos: ¡recuerda que todos SOMOS PAR!
Escrito por:
Paola Avilán
Coach Ontológico PCC /Msc Biología